LOS MISERABLES
Por Eugenio Montoro
Valga el título de la novela de Víctor Hugo como entrada a estas líneas donde comentaremos sobre la miseria en Venezuela.
El diccionario relaciona la
palabra a varios significados como “estrechez o pobreza extrema”
“tacañería o avaricia” y “cantidad insignificante”. Para fines de este
escrito es el de pobreza extrema.
Anteriormente la miseria era una
apreciación que dependía mucho del recorrido y criterio del observador
y, por ello, en un intento de evitar el “a mí me parece”,
un economista de nombre Arthur Okun, en 1960, propuso un índice
numérico muy simple que consistía en sumar la tasa de inflación y la
tasa de desempleo como medición de la miseria. Poco tardaron en
aplicarlo para ver como comparaba un país con otro y también
como cambiaba a medida que pasaba el tiempo pues era una medida ácida y
clara de los resultados de las políticas de los gobiernos.
En tiempos recientes lo afinaron sumando al
índice la tasa de interés por préstamos de los bancos o tasa activa y
restándole la producción global de riqueza, el llamado PIB.
El lector ya habrá anticipado que un índice
con resultados numéricos bajos corresponde a una buena salud económica y
los números altos a la miseria. Por ejemplo en 2014 Colombia
obtuvo 19, Chile 14, Perú 20, nada mal pues los mejores están
alrededor de 10. La mala noticia es que el índice para Venezuela se sale
del gráfico por lo malo y grande que resulta o dicho en otras palabras
nuestro índice de miseria es el mayor y peor del
planeta tierra.
Los gobierneros rojos intentarán, como de
costumbre, descalificar al índice aunque sea un claro representante de
nuestras colas, de la falta de papel de baño y jabón, del
desabastecimiento de todo y de los altísimos precios de los que nadie
duda y todos sufrimos. De tal manera que independientemente del índice
no hay duda, porque se vive, de que nuestra miseria existe.
También ya se ha determinado una relación
clara entre este índice de miseria y los niveles de inseguridad, de
forma que nos anticipa la excelente oportunidad de que al mejorar
el índice baje también la delincuencia.
El índice que si le gusta al gobierno es el
coeficiente Gini, llamado así en homenaje a su creador, que mide la
desigualdad entre los ingresos de la población y que ha venido
reduciéndose. Lo que no se dice es que en efecto la desigualdad es
menor porque todos somos ahora más pobres y si seguimos así tendremos el
mejor índice Gini del mundo cuando todos recibamos la bolsa Clap y nos
llamen los miserables.
Por donde se le evalúe, este gobierno es un
desastre y lo peor es que no saben qué hacer al ser reos de una
ideología buena para el conflicto y el reclamo pero inútil para
crear riqueza y solucionar.
Sacar a los rojos de la dirección del país
es una necesidad categórica. Ni siquiera importan los índices y las
fórmulas, ya son asuntos de supervivencia como individuos y
como país. A la calle vamos y haremos lo que sea necesario.
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