ANTES DEL 1 DE SEPTIEMBRE, DESPUÉS DEL 1 DE SEPTIEMBRE
Debe
ser una Gran Marcha que abra todas las opciones constitucionales del
desalojo, si el régimen cometiera la imperdonable imprudencia de cerrar
las puertas políticas a la salida inmediata y pacífica representada por
el Referéndum Revocatorio. La voluntad de un pueblo no se escamotea por
la ruindad y vileza de sus malos hijos. El cierre de la puerta del
revocatorio podría llevar al asalto a los bastiones del régimen, que
medios e instrumentos sobran. Quiéranlo o no, Venezuela cambiará de giro
el 1 de septiembre. Será otra para siempre.
No debemos abandonarla.
Antonio Sánchez García
@sangarccs
Venezuela
huele a historia. Y en la fascinación que provoca acompañar el
despertar de un pueblo empujado a la conquista de su libertad por sus
pulsiones históricas, hasta me compadezco de aquellos que se vieron en
la obligación de abandonarla y buscar nuevos derroteros. Vivir un
despertar como el que estamos presenciando, así esté lleno de
tribulaciones y tropiezos, pasos de ciego y tientos de fortuna en busca
de acertar con la acción definitoria, perfecta para dar en el blanco que
corresponde, constituye un privilegio que llevo exactamente 17 años
esperando.
Enrique
Krauze vino, vio y volvió a México fascinado por el despertar
estudiantil que presenció y más que por ese despertar, por sus razones y
motivos: los estudiantes universitarios venezolanos no luchaban tras
las banderas del Che Guevara, Mao o Ho Chi Minh, las ya añejas y
exangües señas de identidad arrastradas por la progresía radical desde
los años sesenta. Luchaban por la libertad ante una dictadura con
pretensiones castrocomunistas. Luchaban, en estricto rigor, por la
liberalización de Venezuela. Anticipando en años, por cierto, la
corriente que ya recorre a América Latina: un nuevo liberalismo, como el
de Macri, el de PPK, el del próximo presidente de Chile y el que lleva a
juicio a la ex guerrillera urbana Dilma Rousseff.
Es
un cambio de paradigmas, como los que han sucedido tras todos los
grandes movimientos políticos y sociales y, sobre todo, tras las grandes
revoluciones científicas. Tras diecisiete años de extravío y tras
décadas imantada por la seducción del caudillismo militarista y las
promesas mesiánicas de un farsante y sus pandillas, el pueblo
venezolano, llevado a los huesos de sus más elementales necesidades, por
fin comprende que el socialismo no es otra cosa que una cruenta estafa,
la perfecta coartada de la barbarie enmascarada de filosofía alemana y
utopismo clásico. El secuestro de la voluntad popular por unos pocos
para enriquecer a mansalva a sus familiares y mesnadas y entronizarse en
el poder para reprimir, encarcelas, asesinar a quienes se le opongan y
devastar las riquezas creadas por el esfuerzo colectivo y los dones de
la naturaleza.
¿Quién
iba a creer en medio de los gobiernos democráticos del pasado, con
todas sus fallas, vicios y errores, que al cabo de diecisiete años de
gobierno revolucionario los venezolanos de la principal potencia
petrolera de Occidente no tendrían literalmente qué comer, los recién
nacidos morirían tras pocas horas de vida por carencia de instrumentos
médicos, atención hospitalaria y medicinas? ¿Qué encontrar un paquete de
arroz o un kilo de azúcar demandaría la escasa fortuna y días y días de
implacable persecución y esperas degradantes? ¿Quién iba a creer que el
que llegó al poder prometiendo freír las cabezas de los corruptos de AD
y COPEI montaría las más escandalosas y extravagantes corruptelas de
que se tenga memoria en el mundo permitiendo el saqueo del Estado y el
enriquecimiento de sus protegidos en montos absolutamente inimaginables?
¿En qué país del mundo bajo la protección de un gobierno “socialista”
se han robado cientos de miles de millones de dólares sin que la
justicia, absolutamente pervertida y al lacayuno servicio del dictador,
hiciera una mínima observación?
Esta
auténtica agonía de la República, esta estación final del desvarío y la
criminalidad política es la que ha comenzado a servir de aliciente al
despertar de un pueblo desesperado. Ese despertar que se siente bullir
en las profundidades del sentir popular, que se expresara en la
revolución estudiantil del 2014 y que deparara la inmensa sorpresa de
las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Pues estamos ante una
marea incontenible de indignación y rechazo que va batiendo los muros de
contención y ultrapasando los obstáculos que encuentra tras el logro de
su propósito histórico: desalojar al régimen, reconstruir el dañado
tejido social y económico de la república y devolverle
al pueblo venezolano el derecho a disfrutar de la plenitud de un Estado
de Derecho. Exactamente como sucediera el 23 de enero de 1958.
La
marcha del 1 de septiembre, en buena y oportuna hora convocada por la
MUD y respaldada por todos los sectores sociales y políticos del país,
le dará fecha y hora de nacimiento a los nuevos paradigmas. Es
incluyente, pues abraza el sentir popular tras la necesidad del desalojo
mediante el Referéndum Revocatorio en este 2016, si el régimen
comprende que es la salida ideal para iniciar la reconstrucción nacional
sin traumas ni violencias. Permitiendo, incluso, el diseño de un país
en el que quepan todos, chavistas arrepentidos incluidos.
Pero
es una marcha que abre todas las opciones constitucionales del
desalojo, si el régimen cometiera la imperdonable imprudencia de cerrar
las puertas políticas a la salida representada por el Referéndum
Revocatorio. La voluntad de un pueblo no se escamotea por la ruindad y
vileza de sus malos hijos. El cierre de la puerta del revocatorio podría
llevar al asalto a los bastiones del régimen, que los medios e
instrumentos sobran. Quiéranlo o no, Venezuela cambiará de giro el 1 de
septiembre. Será otra para siempre. No debemos abandonarla.
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