¿QUIÉN DIJO MIEDO?
Por
Ruben Dario Acevedo Carmona
Fuente: http://ventanaabierta.blogspirit.com/
Twitter: @darioacevedoc
Sin
que se baje la bandera para dar inicio a la campaña por el plebiscito
ya están en marcha las campañas por el SI y por el NO. Y en ambiente de
intensa controversia emerge a lado y lado el recurso del MIEDO.
El
debate ha tenido altos y bajos niveles de argumentación en medio de una
aplastante ventaja para el oficialismo que ha gastado sumas millonarias
del presupuesto nacional en publicidad a favor de su posición. Y aunque
la Corte Constitucional en su fallo dejó sentada la exigencia de que la
pregunta no debe girar en torno a la paz sino a los Acuerdos, el
combustible que está tensionando el ambiente es el dilema que se impone
incontrolablemente.
De
un lado los que apostando por el SÍ atacan a los defensores del NO
acusándolos de guerreristas y hasta amenazando, con fines de crear
MIEDO, con la prolongación de la guerra por otros 50 años y su impacto
sobre todo en los centros urbanos.
Del
otro lado, se señala a los partidarios del SÍ de haber sido demasiado
condescendientes con la guerrilla al haber puesto en cuestión aspectos
sustanciales de la vida nacional, y se agrega, también para que las
gentes teman por el futuro y con razones ampliamente difundidas, que
este proceso le abre las puertas al modelo castrochavista o socialismo
bolivariano del siglo XXI.
Como
quiera que a los críticos de las negociaciones en La Habana se nos
tilda de exagerados al decir que este peligro está latente, pues el
comunismo colombiano es débil en apoyos y en unas elecciones libres
serían ampliamente derrotados, vale la pena insistir en la racionalidad
del temor que sentimos, que en vez de amilanarnos, nos lleva a impulsar
el movimiento por el NO en el plebiscito.
En
todos los países del mundo donde han triunfado los comunistas ha sido a
través de las armas, de golpes de estado, de insurrecciones o alianzas
con fuerzas socialdemócratas, liberales o progres que no creyeron que
podían perder el poder y ser luego eliminados del escenario político por
aquellos.
La
experiencia comunista desde la URSS, pasando por China y por países que
no renuncian a la dictadura del proletariado, como Cuba y Corea del
Norte, ha sido un desastre total. Sin embargo, en América Latina y
liderado por los Castro y el Foro de Sao Paulo, el comunismo se
reinventó y camuflado en mil causas desde las ecológicas, la democracia,
los derechos humanos y hasta las de género, lograron crear un bloque de
países gobernados por ideas que aunque no se presentan de comunistas,
tienden a ese ideal fracasado.
Con
paciencia infinita, los comunistas abren espacios entre fuerzas que
subestiman su carácter peligroso. La revolución cubana mandó al paredón a
quienes antes la aplaudieron desde orillas cirineas. En Venezuela hasta
las elites políticas, los intelectuales y los empresarios, creyeron
ciegamente en Chávez. Ni este ni Fidel declararon su fe comunista en
principio, solo lo hicieron cuando se habían asegurado el control del
poder.
Los
comunistas en todas partes conspiran para crear desorden, divisiones,
desconcierto, temores, incertidumbres en su estrategia de toma del
poder. Aprovechar la crisis de las clases dominantes y sus fuerzas
armadas es parte del libreto. No han declinado en su lucha por la
dictadura del proletariado, expropiar a los terratenientes y hacendados,
estatizar la economía, abolir la propiedad privada y usar el aparato
educativo para crear el pensamiento único adoctrinando a los niños y
jóvenes.
La
principal fuerza comunista en Colombia está representada por las FARC
que en La Habana ha reafirmado sus tesis marxista-leninistas detrás de
las que justifican todos sus crímenes. No han renunciado a ellas ni lo
harán, pero, para ingresar en sociedad las relegarán, por un tiempo, a
planos muy secundarios. Aborrecen la democracia que consideran burguesa y
la usan como escalón para acceder a puestos de privilegio desde donde
atacarán la fortaleza enemiga.
El
Foro de Sao Paulo es hoy día el epicentro de la estrategia que apunta a
la instauración del comunismo en la región. En Venezuela, Ecuador,
Bolivia, Nicaragua, conquistaron el poder sin mayor oposición y con el
visto bueno de alegres solidarios que no previeron el peligro. Arrasaron
el orden constitucional para perpetuarse en el poder, arruinaron la
separación de poderes y restringieron la libertad de prensa, además del
gran desastre de la economía en Venezuela uno de los países más ricos
del mundo.
Que
Colombia sea un país objetivo en ese plan y que la Cuba de los
tenebrosos dictadores Castro no elimine el Departamento América
(encargado de propagar su revolución continental) de su partido
comunista, refuerza el temor. El miedo deja de estar en el horizonte
para entrar en el juego de las posibilidades a través de unas
negociaciones en que se les entrega demasiadas ventajas.
El
miedo surge también de la gestión de gobernantes de la talla de Juan
Manuel Santos que confunde el país con un casino y de la dirigencia de
partidos como el lánguido y plutocrático liberalismo, un empresariado
acobardado y ciego ante los nubarrones y sordo a las advertencias, una
prensa entregada a la millonaria pauta publicitaria oficial y un
Ejército descabezado y sin mística al que le acaban de cambiar su
doctrina (exigencia de las FARC).
Me
pregunto: ¿es o no es razonable sentir miedo, sentimiento profundamente
humano, y decírselo a los colombianos para que entiendan que solo
luchando contra los infames y entreguistas acuerdos de La Habana podemos
iniciar el camino de recomponer las negociaciones de tal forma que la
paz no signifique el hundimiento del país en nuevas violencia, en el
caos y poner en riesgo, sin necesidad, la democracia y las libertades?
Darío Acevedo Carmona, 8 de agosto de 2016
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