¿Constitucional, electoral, democrática y pacífica? ¿Adónde?
Por Joaquin Chaffardet
@jchaffardet
Es
increíble que con tantos indicios, la dirigencia democrática no haya
anticipado la conducta totalitaria y golpista del régimen. Más increíble
aún es que a estas alturas del juego, la acción opositora para salir de
esta tragedia tenga como fundamento una especie de angelical dogma de
fe, según el cual la salida de la dictadura tiene que ser“constitucional, electoral, democrática y pacífica”.
Se
sostiene que la salida del régimen debe ser "constitucional", lo que
supone que existe y está en vigencia una constitución, lo que no es
parte de la realidad venezolana: la constitución está derogada de facto
por el régimen desde hace muchísimos años y los acontecimientos de esta
semana y los anunciados por voceros del régimen son evidencias
irrefutables, no de una simple violación del texto constitucional, sino
una derogatoria de la constitución.
El
fin del régimen debe ser por la vía “electoral”, lo que evidentemente
no va a suceder. Ya el régimen, que tiene el rábano por las hojas, ha
dicho de distintas maneras que no habrá revocatorio ni en el 2016 ni en
2017 y adicionalmente ha declarado que las elecciones de gobernadores y
alcaldes no son "obligatorias" y que en todo caso no se realizarían
hasta que se haya solucionado la crisis económica con el chavismo al
frente, es decir nunca. Y me atrevo a adelantar que el régimen con el
apoyo del TSJ no permitirá que la Asamblea Nacional elija a los nuevos
rectores del CNE. Eso sería amputarle una de las patas que sostienen la
dictadura.
Se
insiste con ardor casi religioso en que la salida debe ser
"democrática", concepto que en realidad es difícil entender. Si se
entiende, en este caso, como salida democrática a una lograda mediante
el libre ejercicio de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos
y con el respeto de los poderes públicos, es un sueño en una noche de
verano. Ello requiere que exista una democracia activa y vibrante, lo
que evidentemente no existe en Venezuela desde la llegada al poder del
Comediante Eterno.
Finalmente,
el cuarto componente del dogma fundamental de la oposición es que la
salida debe ser "pacífica", lo que luce como lo que en inglés llaman
"wishful thinking" , que traducido al criollo es "pajaritos preñados" o
“deseos que no empreñan”, deseos que no tienen asidero en la realidad.
El régimen ha cerrado todas las vías conducentes a una salida
"pacífica": represión, derogatoria del contrato social que es la
constitución, desconocimiento de las instituciones y clausura de la
institución del voto como mecanismo de participación y expresión de la
voluntad popular.
El
chavismo, es una expresión más del totalitarismo, que además de
cercenar y reprimir el ejercicio de las libertados públicas y los
derechos civiles y políticos de los ciudadanos, ha usado como
herramienta política la agresión armada y la muerte contra la
disidencia, ha convertido a las fuerzas militares en el brazo armado
del partido de gobierno y al poder judicial en cómplice activo de la
destrucción institucional de la nación. El chavismo no es un simple
“adversario político” es un enemigo de la Nación, de la nacionalidad y
de los venezolanos.
Así
como existe el síndrome de Estocolmo, parece que en Venezuela ha
surgido un nuevo síndrome, que consiste en una suerte de necesidad de
mantener al enemigo, al chavismo, vivo y conviviendo con él. Se
manifiesta como una necesidad imperiosa de incluir en un eventual
proceso de recuperación de la democracia y la libertad a los saqueadores
del tesoro público, destructores de la democracia, la libertad y de la
nación misma. Es algo, a mi juicio, insólito. Ayer leí una preocupante
declaraciones de Jesús Torrealba a BBC Mundo en las que se puede ver el
alcance de ese síndrome, que reproduzco a continuación. El periodista de
BBC le pregunta:
ENTREVISTADOR: ¿Aunque revoquen a Maduro y lo derroten electoralmente, ¿van a tender la mano?
TORREALBA: "Le vamos a tender la mano a todos los venezolanos. El proyecto político oficialista está derrotado, pero no está extinguido y nuestro propósito no es extinguirlo. Los únicos que pueden acabar con el chavismo como sentimiento e incluso como nostalgia, y que de alguna manera lo están logrando, son Maduro y compañía.
El imaginario chavista está ahí, aunque derrotado y golpeado.Nosotros, como demócratas, no podemos imaginar nuestra victoria a partir de la extinción del adversario. Eso no sería una victoria de los demócratas, ésa sería la victoria cultural del chavismo."
Para
comenzar, Torrealba califica al chavismo como “adversario”, a mi juicio
un gravísimo error. ¿Es un simple e inofensivo adversario quien no cesa
de ofrecer pulverizarme? ¿Es un simple e inofensivo adversario quien
envía delincuentes armados a matar a nuestra gente? ¿Es un simple e
inofensivo adversario quien monta ollas, forja pruebas, para encarcelar a
quienes disienten del régimen? ¿Es un simple e inofensivo adversario
quien utiliza la fuerza militar para reprimir e impedir la
participación ciudadana en la vida pública? A mi juicio es un ENEMIGO,
mi enemigo.
Para Torrealba el chavismo es como un “sentimiento e incluso como nostalgia”,
como algo grato que se extraña con afecto. Frente a ese sentimiento, el
único sentimiento que respecto al chavismo tenemos la inmensa mayoría
de los venezolanos es una “inmensa arrechera”, y para ser sincero, en mi
caso es ODIO. Si odio, yo ni soy un angelito ni tengo la facultad ni el
deseo de perdonar ni siquiera los pecados veniales, y menos los
capitales, de nadie. Me pregunto, qué otro sentimiento pueden tener los
venezolanos que gracias a Chávez y el chavismo hoy mueren de hambre y
de mengua, los que ven un país material y moralmente destruido por esa
maldita plaga llamada chavismo, a la que queremos ver extinguida, a
diferencia de Torrealba cuyo propósito “no es extinguirlo”.
En cuanto a la “nostalgia” la
única nostalgia que el chavismo despierta en la mayoría de los
venezolanos es la nostalgia por los cuarenta años de democracia, que el
señor Torrealba y otros opositores llaman, usando el lenguaje chavista,
la Cuarta y “el pasado”. Como dice el dicho popular “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
Yo, y creo que millones de venezolanos, añoramos con inmensa nostalgia a
esos “despreciables” íconos de la “política del pasado”: Wolfgang
Larrazábal, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés
Pérez, Luis Herrera Campins
,
Jaime Lusinchi
y Ramón J. Velásquez.
Para cerrar con broche de oro Torrealba, como adalid de la amplitud y la tolerancia política remata así:
“Para nosotros es
una garantía para la salud de la democracia venezolana que el
oficialismo pueda eventualmente reorganizarse y constituirse en
oposición política que obtenga el espacio que el pueblo le otorgue con sus votos.”
Esto
me suena como que si después de la caída del Tercer Reich Adenauer
hubiese declarado “Para nosotros es una garantía para la salud de la
democracia alemana que el nazismo pueda eventualmente reorganizarse y
constituirse en oposición política que obtenga el espacio que el pueblo
le otorgue con sus votos.”
Los
verdaderos venezolanos esperamos que caída la dictadura, presos y
enjuiciados los jerarcas del chavismo, este no pueda reorganizarse ni
constituirse en oposición política y menos en gobierno nuevamente. Eso
es como que si a un paciente de cáncer en el que la enfermedad comienza a
hacer metástasis, lo operen, le extirpen el cáncer original y le dejen
la metástasis en otro órgano.
Es
decir, según Torrealba, los saqueadores y destructores de la nación
merecerían una segunda oportunidad “por la salud de la democracia”!!!!.
Joaquín F. Chaffardet R.
@jchaffardet
No hay comentarios:
Publicar un comentario