lunes, 31 de octubre de 2016

Entre medios y fines

Entre medios y fines

Por Virginia Contreras

 

 

Diálogo debe haber pero cuando la oposición llegue a Miraflores lo contrario es destruir con los pies lo que se hizo con las manos

El pasado 24 de octubre la Asamblea Nacional de Venezuela (AN)  representada por mayoría opositora, por primera vez decidió reconocer la inexistencia del sistema democrático que establece la Constitución de la Republica (C.R). Esta circunstancia, en la cual el poder legislativo nacional definió categóricamente lo que sucede en el país, así como estableció los lineamientos a seguir para contrarrestar la  situación, no puede pasar desapercibida por nadie. Mucho menos por los propios diputados que tomaron tal decisión, ni tampoco por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), representada en el Parlamento venezolano y la cual agrupa a la mayoría de los partidos políticos opositores al régimen.

Entre las cosas que la AN decidió, debemos resaltar dos aspectos fundamentales. El primero,  (Acuerdo primero), la declaración de “Ruptura del orden constitucional y la existencia de un golpe de estado cometido por el régimen de Nicolás Maduro en contra de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el pueblo de Venezuela”; el otro, referido a la convocatoria “al pueblo de Venezuela, en virtud de los preceptos constitucionales, en especial lo establecido en el art. 333 de nuestra Constitución, a la defensa activa, constante y valiente de nuestra Carta Magna, de la democracia y el Estado de Derecho, hasta lograr la restitución del Orden Constitucional” (Acuerdo noveno).

Muchas otras acciones se han derivado de la referida decisión; entre ellas la creación de una comisión especial designada el mismo día de la sesión, a fin de preparar "el inicio al estudio de responsabilidad penal, responsabilidad política y abandono del cargo" del Presidente Maduro. Como consecuencia de esto, el martes pasado la AN acordó la apertura de un juicio político en contra del mandatario, a cuyo efecto fue citado a una sesión especial para que responda a los señalamientos en su contra. Indistintamente que sea más que obvio que este no acudirá a dicha sesión, y que la apertura del juicio político no será revalidada por las demás instituciones que establece la C.R para lograr la destitución del gobernante, es evidente que la imagen de este, por mucho que se empeñe en disimular, está más que dañada y que esto repercutirá en los sentimientos encontrados que muchos chavistas manifiestan en su contra, debido a la terrible situación en la cual ha sumido al país.
Otra de las acciones ejecutadas como consecuencia del acuerdo parlamentario, fue la convocatoria por parte de la MUD a una manifestación pacífica para el pasado miércoles, en la cual los ciudadanos rechazaron la decisión de algunos tribunales del país de anular el 1 % de las firmas que habían sido recolectadas como requisito para la realización del referéndum revocatorio.

Tal y como era de suponer, la presencia de los venezolanos en las calles de la capital fue masiva. Estos una vez más le demostraron al mundo, que cuando se convoca a la sociedad civil esta está más que presente, incluso bajo la amenaza y el temor que significa hacer vida política activa en un país en donde organizaciones civiles afectas al oficialismo, las fuerzas policiales y militares y las bandas criminales hacen vida común y solidaria. El éxito de la marcha fue tal, que ese mismo día la organización política MUD convoco a un paro cívico nacional para el pasado viernes, el cual según las tomas realizadas en el territorio nacional resulto igualmente exitoso. De igual forma la MUD  acordó una nueva marcha para el próximo 3 de noviembre, la cual sería dirigida hasta el Palacio de Miraflores, sede del poder central.

Todas estas circunstancias mencionadas anteriormente, hacían presagiar el inicio de la última etapa de lo que significaría la reunificación de todas las fuerzas democráticas del país en la lucha por recobrar su libertad. No obstante a 24 horas de haberse realizado la memorable sesión, sorprendió la información respecto a que el gobierno y la oposición habrían acordado iniciar un diálogo para buscar salida a la  crisis política y económica del país.  La información fue tan contradictoria si consideramos la magnitud del acuerdo tomado por la A.N, que líderes de la oposición venezolana, así como el propio presidente de la A.N, manifestaron su desconocimiento del referido dialogo en el cual participaría incluso un delegado del Vaticano. Lo curioso de esta situación es que horas después, las mismas personalidades que negaban el dialogo, hacían malabares verbales para explicar que si habían tenido conocimiento del mismo y que participarían en este. Tal y como es del conocimiento público el dialogo no solo es cierto, sino que está previsto se realice este domingo en la ciudad de Caracas.

Las preguntas que muchos venezolanos se hacen en relación con estas nuevas negociaciones,  las cuales han retumbado en la comunidad internacional- aun cuando públicamente algunos gobiernos hayan manifestado su aquiescencia-  van sumidas en el desconcierto. ¿Cómo es eso, que después de tan exitosas acciones, en las cuales por primera vez en muchos años parecía apreciarse claridad en cuanto a la situación real del país y a la manera de resolverla, los mismos que han actuado de manera tan positiva decidan dialogar con el Gobierno? Se preguntan casi al unísono.

Para aquellos que han venido abogando por la posibilidad de una salida pacífica a la crisis, dicha salida pasa necesariamente por la existencia de un dialogo. Sin duda alguna que en circunstancias normales esta debería ser una herramienta fundamental. Pero en los actuales momentos, en los cuales la oposición política ha logrado el inicio de una verdadera comunión con la sociedad civil, demostrando además el conocimiento de la realidad, así como abriendo importantes compuertas para tratar de restablecer el régimen de libertades en el país, lo último que podría esperar esa misma sociedad civil a la cual se le está convocando a la participación en un movimiento de resistencia para restablecer el orden constitucional (Art.333 C.R), es que vengan a sentarse unos y otros como si nada de lo que sucedió la semana anterior hubiera pasado.

La convocatoria a un dialogo siempre debe de existir sobre la mesa, pero la materialización del dialogo -como bien lo conocen los negociadores- se ejecuta, no cuando el oponente lo desea, sino cuando el contendor sabe que posee toda la fortaleza necesaria para impulsar la balanza a su favor, o por lo menos para igualarla. Un dialogo en el cual el Gobierno Nacional goza de todo el poder de la fuerza, y de la influencia en todos los poderes del Estado, con excepción del legislativo, al cual incluso desconoce oficialmente su existencia, carece de lógica y de sentido estratégico. Más aún cuando esto parece representar la destrucción con los pies, de lo que con las manos ha costado tanto construir.

Vendrán “tiempos de dialogo” sin lugar a dudas. Tiempos en los cuales el Presidente Nicolás Maduro Moros se dé cuenta que sus más cercanos colaboradores lo han abandonado. Tiempos en los cuales sus seguidores, los antiguos hijos de la revolución bolivariana representada por Hugo Chávez, pidan su cabeza como quien pide un trofeo. Tiempos en los cuales la sociedad civil en su conjunto salga a marchar, no porque la convoque la MUD o cualquier otro partido político, sino porque otros tengan la oportunidad de opinar y sugerir soluciones para el país.

Confundir medios con fines, políticas con estrategias, marchas y contramarchas, lo que puede resultar es en una gran desconfianza, ampliando la brecha entre la sociedad civil y sus propios líderes. Claro que debemos dialogar, cuando lleguemos a Miraflores.

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