TONTON MACOUTE
Ahora, a demostrarle al
Tonton Macoute con LA GRAN MARCHA, cuál y qué tan gigantesca es la
voluntad del pueblo democrático venezolano.
Antonio Sánchez García
@sangarccs
Maduro
cumplió por fin con su sueño dorado. Sentarse en las huesudas rodillas
del tirano en los festejos del que bien podría ser su último cumpleaños.
No como Erdogan, con quien ahora gusta de compararse, como si Erdogan
fuera un tonton macoute al servicio de Putin. Sigüí de los Castro,
conquistó la corona de la abyección: ir hasta La Habana a lamerle las
orejas en su nonagésimo aniversario al extranjero que mayores daños le
ha causado a Venezuela en su historia republicana. Acompañado de una
troupe de folkloristas de cervecería, profesionales en el arte de la
coprofagia. “Comel mielda”, como dicen sus cubanos. A costos de un
cuarto de millón de dólares, muy mal contados. Que habrán sido
muchísimos más. Y ello, que en cualquier país del mundo, incluso en
Corea del Norte, hubiera sido considerado una fétida muestra de lacayuna
y abyecta sumisión, en Venezuela pasa por debajo de la mesa de los
medios oficialistas y hasta es ensalzada por la perruna obediencia del
esbirriato. Y sobran los cómicos de feria del régimen que critican una
visita de un par de opositores a Washington. Por cierto en clase turista
y sin un regalito para los amigos, que más interesados estarán en
traerse unas barras de jabón, unos tubos de pasta de dientes, unos
desodorantes y algo de shampoo para las esposas. No hay otra
justificación a tal desacato al sentido de la dignidad de los
venezolanos de bien que el hecho puro y simple de que vivimos en una
dictadura a secas. Si no se tuviera la certeza de que Maduro no es
venezolano de nación y no corre por su sangre la genética libertadora,
la ofensa sería doble.
Que
Maduro confunda su abyecto servilismo con demostración de fuerza –
retratarse junto al Saturno tropical, aquel dios que se devoraba a sus
hijos, y su consanguíneo heredero del trono desplazando de ese “sitial
de la infamia” a otros pretendientes a los favores del patriarca
invernal y enviando un mensaje a sus posibles detractores uniformados –
es prueba de su vileza, su rastrerismo y su bajeza. Que allí haya
recibió la orden de resistir al verdadero tsunami en puertas y que hoy
se pavonee como si no tuviera la unánime voluntad de un pueblo que
quisiera sacarlo a patadas y que los sobrevivientes de la barbarie
rojorojita sientan orgullo por el privilegio de su capataz demuestra el
estado del castrocomunismo venezolano: servil inmundicia.
Si
desde toda perspectiva humana arrastrarse ante Fidel Castro es prueba
concluyente de la vileza de espíritu de quien, a pesar de los pesares,
ostenta el título inaugurado por Simón Bolívar, desde un punto de vista
estrictamente político no puede menos que asumirse como el gesto del
terrorista indefenso que ante la amenaza de uno de los suyos se aferra a
las piernas de su papá para impedir que le propine la merecida paliza.
Buscar, como bien se dice en criollo, la protección del matón del barrio
para sentirse “guapo y apolla’o”. Que Maduro no cuenta con otro
respaldo que el del 11% de los venezolanos y que ese 11% debe incluir a
todos los funcionarios públicos, es algo que los hermanos Castro saben
de sobra. Serán malvados, pero no pendejos. Saben, pues, que los
ingresos que les provee la satrapía cuelgan del hilo de su tontón
macoute.
¿A
quién le dirige el mensaje fotográfico “nuestro hombre en Caracas” y de
cuya permanencia en el cargo depende el destino de la tiranía cubana,
como lo afirmara en portada del Granma el propio festejado? ¿A Diosdado
Cabello y Tarek El Aissami, los otros civiles de la partida? ¿O a
Vladimir Padrino y el verdadero poder en las sombras, las silenciosas y
aparentemente complacientes fuerzas armadas?
Si
la imagen pretendía espantar al 89% del país que lo quiere aventado
cuanto antes del Poder o al 93% que considera que el país se nos está
muriendo en los brazos – como lo reconoce en portada hasta la revista
Time – no necesita mayores desmentidos: el pueblo venezolano no le teme
a los agónicos resoplidos castrocomunistas. Así provengan de los
estropeados pulmones del tirano mayor. De modo que es muy probable que
éste sea el último cumpleaños del tirano con su único sátrapa a la vera.
Es perfectamente posible que si sobrevive para el próximo, su putativo
se encuentre en la cárcel.
Ahora,
a demostrarle con LA GRAN MARCHA, cuál y qué tan gigantesca es la
voluntad del pueblo democrático venezolano. Y se regrese a Cuba, ojalá
que para siempre. Mañana podría serle demasiado tarde.
Así son las cosas.
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