domingo, 21 de agosto de 2016

Tonton Macoute

TONTON MACOUTE

Ahora, a demostrarle al Tonton Macoute con LA GRAN MARCHA, cuál y qué tan gigantesca es la voluntad del pueblo democrático venezolano.
Antonio Sánchez García 
 
@sangarccs
 
 

Maduro cumplió por fin con su sueño dorado. Sentarse en las huesudas rodillas del tirano en los festejos del que bien podría ser su último cumpleaños. No como Erdogan, con quien ahora gusta de compararse, como si Erdogan fuera un tonton macoute al servicio de Putin. Sigüí de los Castro,  conquistó la corona de la abyección: ir hasta La Habana a lamerle las orejas en su nonagésimo aniversario al extranjero que mayores daños le ha causado a Venezuela en su historia republicana. Acompañado de una troupe de folkloristas de cervecería, profesionales en el arte de la coprofagia. “Comel mielda”, como dicen sus cubanos. A costos de un cuarto de millón de dólares, muy mal contados. Que habrán sido muchísimos más.  Y ello, que en cualquier país del mundo, incluso en Corea del Norte, hubiera sido considerado una fétida muestra de lacayuna y abyecta sumisión, en Venezuela pasa por debajo de la mesa de los medios oficialistas y hasta es ensalzada por la perruna obediencia del esbirriato. Y sobran los cómicos de feria del régimen que critican una visita de un par de opositores a Washington. Por cierto en clase turista y sin un regalito para los amigos, que más interesados estarán en traerse unas barras de jabón, unos tubos de pasta de dientes, unos desodorantes y algo de shampoo para las esposas. No hay otra justificación a tal desacato al sentido de la dignidad de los venezolanos de bien que el hecho puro y simple de que vivimos en una dictadura a secas. Si no se tuviera la certeza de que Maduro no es venezolano de nación y no corre por su sangre la genética libertadora, la ofensa sería doble. 

Que Maduro confunda su abyecto servilismo con demostración de fuerza – retratarse junto al Saturno tropical, aquel dios que se devoraba a sus hijos, y su consanguíneo heredero del trono desplazando de ese “sitial de la infamia” a otros pretendientes a los favores del patriarca invernal y enviando un mensaje a sus posibles detractores uniformados – es prueba de su vileza, su rastrerismo y su bajeza. Que allí haya recibió la orden de resistir al verdadero tsunami en puertas y que hoy se pavonee como si no tuviera la unánime voluntad de un pueblo que quisiera sacarlo a patadas y que los sobrevivientes de la barbarie rojorojita sientan orgullo por el privilegio de su capataz demuestra el estado del castrocomunismo venezolano: servil inmundicia.

Si desde toda perspectiva humana arrastrarse ante Fidel Castro es prueba concluyente de la vileza de espíritu de quien, a pesar de los pesares, ostenta el título inaugurado por Simón Bolívar, desde un punto de vista estrictamente político no puede menos que asumirse como el gesto del terrorista indefenso que ante la amenaza de uno de los suyos se aferra a las piernas de su papá para impedir que le propine la merecida paliza. Buscar, como bien se dice en criollo, la protección del matón del barrio para sentirse “guapo y apolla’o”. Que Maduro no cuenta con otro respaldo que el del 11% de los venezolanos y que ese 11% debe incluir a todos los funcionarios públicos, es algo que los hermanos Castro saben de sobra. Serán malvados, pero no pendejos. Saben, pues, que los ingresos que les provee la satrapía cuelgan del hilo de su tontón macoute. 

¿A quién le dirige el mensaje fotográfico “nuestro hombre en Caracas” y de cuya permanencia en el cargo depende el destino de la tiranía cubana, como lo afirmara en portada del Granma el propio festejado? ¿A Diosdado Cabello y Tarek El Aissami, los otros civiles de la partida? ¿O a Vladimir Padrino y el verdadero poder en las sombras, las silenciosas y aparentemente complacientes fuerzas armadas?

Si la imagen pretendía espantar al 89% del país que lo quiere aventado cuanto antes del Poder o al 93% que considera que el país se nos está muriendo en los brazos – como lo reconoce en portada hasta la revista Time  – no necesita mayores desmentidos: el pueblo venezolano no le teme a los agónicos resoplidos castrocomunistas. Así provengan de los estropeados pulmones del tirano mayor. De modo que es muy probable que éste sea el último cumpleaños del tirano con su único sátrapa a la vera. Es perfectamente posible que si sobrevive para el próximo, su putativo se encuentre en la cárcel. 

Ahora, a demostrarle con LA GRAN MARCHA, cuál y qué tan gigantesca es la voluntad del pueblo democrático venezolano. Y se regrese a Cuba, ojalá que para siempre. Mañana podría serle demasiado tarde.

Así son las cosas.

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