jueves, 8 de septiembre de 2016

Antes del alba

ANTES DEL ALBA

Releer, en estas oscuras circunstancias, el estremecedor testimonio vital de Huber Matos, CÓMO LLEGÓ LA NOCHE, constituye un auxilio imprescindible en el esfuerzo de los latinoamericanos civilizados por abrir los ojos y darle un portazo definitivo al asalto de la barbarie. Un testimonio de la arrolladora fuerza de la verdad. Así viva asediada por el establecimiento institucionalizado de la mentira.

Antonio Sánchez García 
@sangarccs



A Carlos Alberto Montaner

            Diciembre de 1959. Dos de las tres figuras claves de la victoria de las fuerzas guerrilleras cubanas sobre los ejércitos del dictador Fulgencio Batista, que escoltaran a Fidel Castro, una de ellas, en su apoteósica entrada a La Habana el seis de enero de ese mismo año, han desaparecido tumultuaria o misteriosamente del escenario, limpiando los más importantes escollos del camino hacia el poder totalitario de los dos hermanos Castro, Fidel y Raúl. Camilo Cienfuegos ha desaparecido del mapa, sin dejar los más mínimos rastros de su desaparición, a pocos días del encarcelamiento de Huber Matos. El inmenso respaldo con que contara el ex maestro de escuela en Camagüey, ciudad de la que luego del triunfo de la revolución se convirtiera en su máxima autoridad militar, y su temple y grandeza de las que ha dado pruebas enfrentándose con su inmensa integridad moral a las maquiavélicas intenciones del jefe máximo de la revolución de hacerlo asesinar mediante un linchamiento por la plebe castrista, han impedido que los Castro lo hicieran desaparecer como en un juego de diabólica prestidigitación, viéndose obligados a someterlo a juicio y pretender condenarlo al paredón.

            Es lo que cuenta con lujo de detalles en un estremecedor relato el mismo Huber Matos, repitiendo casi al calco la tragedia que dos mil quinientos años antes ha vivido Sócrates: negándose a escapar de la muerte para salvar su vida y empañar su honor, su prestigio y su integridad. Y lo que es, para él, infinitamente más trascendental, borrando las huellas de la insólita infamia a la que la desaforada y nunca saciada ambición de Fidel Castro pretende empujarlo a él, tras traicionar los anhelos democráticos que motivaran su brillante participación y la de Camilo Cienfuegos en la gesta libertadora.

            El comunismo ha tardado muy pocos meses en infiltrarse en las altas esferas revolucionarias, de la mano de Raúl Castro y del argentino Ernesto Guevara, abriendo el apetito totalitario de uno de los tiranos más carismáticos, geniales e inescrupulosos de la historia moderna. Una extraña simbiosis hispano caribeña de Hitler y Stalin, con afanes de dominio continental y mundial, en comparación con el cual palidecen todos los dictadores que en la historia hispanoamericana han sido. Ni Perón ni Franco, sus inmediatos precursores, no hablemos de Batista, Somoza, Chapita Trujillo o Pérez Jiménez, contaron con un mayor y más fanatizado respaldo popular, prácticamente unánime. Y su voracidad de Poder alcanza cotas tan delirantes, que no trepida en proponerse bombardear Washington, desatar un holocausto nuclear y erigirse en el nuevo Napoleón del hemisferio.  ¿Permitir que esas ambiciones fueron torcidas u obstaculizadas por un guajiro sencillo, humilde, carismático y popular, como Camilo Cienfuegos, o por un enérgico, vertical e intransigente maestro de escuela, que sólo piensan en su Cuba natal liberada siguiendo los sueños de José Martí?

            “Aquí, en la soledad de mi calabozo, quisiera demoler a golpes los muros y las rejas, para poder salir a la calle y alertar al pueblo cubano sobre la terrible noche que le acecha. Pagaría gustoso con mi vida por esa oportunidad. Pero el pueblo está fanatizado. Las multitudes entusiastas van hundiéndose en la oscuridad y yo no tengo fuerzas para romper los barrotes. ¿Con qué armas combatir la hipnosis política que enajena a los cubanos.”

            Es el trágico enfrentamiento del mártir y el tirano, que signa la historia de la humanidad. “Fidel, que primero ensayó infructuosamente mi ablandamiento, debe estar consumido por su soberbia y también por su temor. Yo lo conozco, es un hombre de teatro y corto de pantalones. Raúl, impulsado por su radicalismo jacobino y por su naturaleza rencorosa, tratará de sacarme físicamente de en medio. Pero llevo mis ventajas: estoy preparado para el peor escenario; no me hago ilusiones, creo que me van a fusilar. Voy a decir la verdad y me van a tener que escuchar. Vivo soy un problema para ellos; muerto también. Así que, me lleven a la cárcel o al paredón, ellos pierden.” Es el máximo poder posible de una conciencia desgraciada.

            Las circunstancias propias de la Guerra Fría y el congénito e inveterado mal del populismo, que desde la irrupción del castrismo se travistiera de marxismo leninismo en América Latina, seduciendo a sus élites intelectuales y afincándose de manera perversa en la conciencia política de la región, no sólo toleró la condena a veinte años de cárcel a un hombre justo, valiente e inmaculado, tras un juicio tan amañado y pervertido como el que se ha escenificado por los lejanos epígonos del fidelismo en Venezuela, ensañados contra Leopoldo López, contra Antonio Ledezma y contra Daniel Ceballos, escogidos aviesamente como mártires de esta dictadura por el agente de los Castro en nuestro país, sino que ha respaldado durante casi sesenta años la tiranía que ha sido capaz de sobrevivir al derrumbe del comunismo internacional, la caída del Muro y la extinción de la Unión Soviética y sus dictaduras satélites.

            Para nuestra infinita desgracia, los hechos demuestran el nulo aprendizaje dejado en la conciencia política de nuestro continente por el sacrificio de mártires como Huber Matos. El embate del populismo castrocomunista, reforzado por la delirante y devastadora aventura del chavismo venezolano,  ha echado raíces incluso en España y otras sociedades europeas. En nuestra región vuelve al campo de batalla en Chile, descalabrando el más serio intento vivido en América Latina por librarse de sus desastrosos efectos y sentar las bases de un liberalismo próspero y emancipador. La caída del kirchnerismo neoperonista en Argentina y del lulismo corrupto y socializante en Brasil no parece asegurado como para revertir las tendencias estatólatras, populistas y caudillescas difundidas desde el llamado Foro de Sao Paulo. Y el golpe definitivo y final al chavismo en Venezuela pende de los desesperados esfuerzos de la dictadura madurista por zafarse del encono popular y los titubeos de una oposición que vacila ante la necesidad de dar cauce a su ofensiva final tras la reconquista del Poder.

            Releer, en estas circunstancias, el estremecedor testimonio vital de Huber Matos, CÓMO LLEGÓ LA NOCHE, constituye un auxilio imprescindible en el esfuerzo de los latinoamericanos civilizados por abrir los ojos y darle un portazo definitivo al asalto de la barbarie. Un testimonio de la arrolladora fuerza de la verdad. Así viva asediada por el establecimiento institucionalizado de la mentira.


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