ANTES DEL ALBA
Releer, en estas oscuras circunstancias, el
estremecedor testimonio vital de Huber Matos, CÓMO LLEGÓ LA NOCHE, constituye
un auxilio imprescindible en el esfuerzo de los latinoamericanos civilizados por
abrir los ojos y darle un portazo definitivo al asalto de la barbarie. Un
testimonio de la arrolladora fuerza de la verdad. Así viva asediada por el
establecimiento institucionalizado de la mentira.
Antonio Sánchez García
@sangarccs
A Carlos Alberto Montaner
Diciembre de 1959. Dos de
las tres figuras claves de la victoria de las fuerzas guerrilleras cubanas
sobre los ejércitos del dictador Fulgencio Batista, que escoltaran a Fidel
Castro, una de ellas, en su apoteósica entrada a La Habana el seis de enero de
ese mismo año, han desaparecido tumultuaria o misteriosamente del escenario,
limpiando los más importantes escollos del camino hacia el poder totalitario de
los dos hermanos Castro, Fidel y Raúl. Camilo Cienfuegos ha desaparecido del
mapa, sin dejar los más mínimos rastros de su desaparición, a pocos días del
encarcelamiento de Huber Matos. El inmenso respaldo con que contara el ex
maestro de escuela en Camagüey, ciudad de la que luego del triunfo de la revolución
se convirtiera en su máxima autoridad militar, y su temple y grandeza de las
que ha dado pruebas enfrentándose con su inmensa integridad moral a las
maquiavélicas intenciones del jefe máximo de la revolución de hacerlo asesinar mediante
un linchamiento por la plebe castrista, han impedido que los Castro lo hicieran
desaparecer como en un juego de diabólica prestidigitación, viéndose obligados
a someterlo a juicio y pretender condenarlo al paredón.
Es lo que cuenta con lujo
de detalles en un estremecedor relato el mismo Huber Matos, repitiendo casi al
calco la tragedia que dos mil quinientos años antes ha vivido Sócrates:
negándose a escapar de la muerte para salvar su vida y empañar su honor, su prestigio y su
integridad. Y lo que es, para él, infinitamente más trascendental, borrando las
huellas de la insólita infamia a la que la desaforada y nunca saciada ambición
de Fidel Castro pretende empujarlo a él, tras traicionar los anhelos
democráticos que motivaran su brillante participación y la de Camilo Cienfuegos
en la gesta libertadora.
El comunismo ha tardado
muy pocos meses en infiltrarse en las altas esferas revolucionarias, de
la mano
de Raúl Castro y del argentino Ernesto Guevara, abriendo el apetito
totalitario
de uno de los tiranos más carismáticos, geniales e inescrupulosos de
la historia moderna. Una extraña simbiosis hispano caribeña de Hitler y
Stalin,
con afanes de dominio continental y mundial, en comparación con el cual
palidecen todos los dictadores que en la historia hispanoamericana han
sido. Ni
Perón ni Franco, sus inmediatos precursores, no hablemos de Batista,
Somoza, Chapita Trujillo o Pérez Jiménez, contaron con un mayor y más
fanatizado respaldo popular, prácticamente unánime. Y su voracidad de
Poder
alcanza cotas tan delirantes, que no trepida en proponerse bombardear
Washington, desatar un holocausto nuclear y erigirse en el nuevo
Napoleón del hemisferio. ¿Permitir que esas ambiciones fueron torcidas
u obstaculizadas por un guajiro sencillo, humilde, carismático y
popular, como
Camilo Cienfuegos, o por un enérgico, vertical e intransigente maestro
de
escuela, que sólo piensan en su Cuba natal liberada siguiendo los sueños
de José Martí?
“Aquí, en la soledad de mi
calabozo, quisiera demoler a golpes los muros y las rejas, para poder salir a
la calle y alertar al pueblo cubano sobre la terrible noche que le acecha.
Pagaría gustoso con mi vida por esa oportunidad. Pero el pueblo está
fanatizado. Las multitudes entusiastas van hundiéndose en la oscuridad y yo no
tengo fuerzas para romper los barrotes. ¿Con qué armas combatir la hipnosis política
que enajena a los cubanos.”
Es el trágico enfrentamiento
del mártir y el tirano, que signa la historia de la humanidad. “Fidel, que
primero ensayó infructuosamente mi ablandamiento, debe estar consumido por su
soberbia y también por su temor. Yo lo conozco, es un hombre de teatro y corto
de pantalones. Raúl, impulsado por su radicalismo jacobino y por su naturaleza
rencorosa, tratará de sacarme físicamente de en medio. Pero llevo mis ventajas:
estoy preparado para el peor escenario; no me hago ilusiones, creo que me van a
fusilar. Voy a decir la verdad y me van a tener que escuchar. Vivo soy un
problema para ellos; muerto también. Así que, me lleven a la cárcel o al paredón,
ellos pierden.” Es el máximo poder posible de una conciencia desgraciada.
Las circunstancias propias
de la Guerra Fría y el congénito e inveterado mal del populismo, que
desde la irrupción del castrismo se travistiera de
marxismo leninismo en América Latina, seduciendo a sus élites
intelectuales y
afincándose de manera perversa en la conciencia política de la región,
no sólo
toleró la condena a veinte años de cárcel a un hombre justo, valiente e
inmaculado, tras un juicio tan amañado y pervertido como el que se ha
escenificado por los lejanos epígonos del fidelismo en Venezuela,
ensañados
contra Leopoldo López, contra Antonio Ledezma y contra Daniel Ceballos,
escogidos
aviesamente como mártires de esta dictadura por el agente de los Castro
en nuestro
país, sino que ha respaldado durante casi sesenta años la tiranía que ha
sido
capaz de sobrevivir al derrumbe del comunismo internacional, la caída
del Muro y la extinción de la Unión Soviética y sus dictaduras
satélites.
Para nuestra infinita
desgracia, los hechos demuestran el nulo aprendizaje dejado en la conciencia
política de nuestro continente por el sacrificio de mártires como Huber Matos. El embate
del populismo castrocomunista, reforzado por la delirante y devastadora aventura
del chavismo venezolano, ha echado
raíces incluso en España y otras sociedades europeas. En nuestra región vuelve al campo
de batalla en Chile, descalabrando el más serio intento vivido en América
Latina por librarse de sus desastrosos efectos y sentar las bases de un
liberalismo próspero y emancipador. La caída del kirchnerismo neoperonista en
Argentina y del lulismo corrupto y socializante en Brasil no parece asegurado
como para revertir las tendencias estatólatras, populistas y caudillescas
difundidas desde el llamado Foro de Sao Paulo. Y el golpe definitivo y final al
chavismo en Venezuela pende de los desesperados esfuerzos de la dictadura
madurista por zafarse del encono popular y los titubeos de una oposición que
vacila ante la necesidad de dar cauce a su ofensiva final tras la reconquista
del Poder.
Releer, en estas
circunstancias, el estremecedor testimonio vital de Huber Matos, CÓMO LLEGÓ LA
NOCHE, constituye un auxilio imprescindible en el esfuerzo de los latinoamericanos
civilizados por abrir los ojos y darle un portazo definitivo al asalto de la
barbarie. Un testimonio de la arrolladora fuerza de la verdad. Así viva
asediada por el establecimiento institucionalizado de la mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario