EL REVOCATORIO, LA TOMA DE CARACAS Y VILLA ROSA
Muhammad Gadafi era un tirano infinitamente más
poderoso que Nicolás Maduro. Como también lo era Sadam Hussein. Como lo era
Milosevic y como lo fue Ceaucescu. Nicolás Maduro, su gobierno y sus esbirros
del CNE juegan con fuego. Confían en el aguante y la paciencia aparentemente
infinita de un pueblo que, a juzgar por la Toma de Caracas y Villa Rosa, está
llegando a su fin. Todavía es tiempo de evitar la tragedia. No hacerlo podría
costarnos muy caro.
Antonio Sánchez García
@sangarccs
Como un coletazo de la
mayor marcha que recuerde la historia del continente, y transcurridas algunas
horas, los indignados habitantes de Villa Rosa, en la isla de Margarita, han
dado rienda suelta a su desesperada indignación por los sufrimientos que
soportan bajo las infamantes carencias a las que nos somete el régimen,
soltando la ira que sienten por Nicolás Maduro, el máximo responsable, caceroleando
y gritándole a voz en cuello frente a frente y en su propia cara su encarnizado
rechazo. Sólo la contención autoimpuesta evitó que la poblada tomara la
justicia en propias manos y el incidente pasara a mayores. Sucedió este viernes
2 de septiembre al atardecer, una vez finalizada una visita propagandística
emprendida por el vapuleado presidente de la república. Ha sido ésta la primera
vez que Maduro se enfrente en vivo y en directo al virulento, explosivo, masivo
e indignado rechazo popular. Que de generalizarse en todo el país ante el taponamiento
de la salida política por excelencia – el Referéndum Revocatorio – podría poner
al país a arder por sus cuatro costados. Con consecuencias inimaginables. Y de
las que, sin duda ninguna, el mismo Maduro, su corte de paniaguados y los narco
jerarcas militares del régimen serían sus principales víctimas.
Los hechos desmienten de
manera contundente las pérfidas e infames declaraciones del ministro del
interior, general (GN) Reverol, acusado por la DEA y los organismos de justicia
de los Estados Unidos por casos de narcotráfico, destacadas como titular de portada por el
pasquín oficioso del régimen, Últimas Noticias: “Neutralizamos todos los planes
violentos”. Haciendo acopio de los montajes del estalinismo, del nazismo y del
castrismo a cuyos fines sirven sus pasquines, Reverol se atribuye de la mano
del director de Últimas Noticias el ejemplar y envidiable comportamiento
pacífico del más de un millón y medio de manifestantes de la Toma de Caracas,
exhibiendo un arsenal ridículo para tamaño ejército de combatientes.
¿Puede imaginarse Reverol
el potencial destructivo de un millón seiscientos mil efectivos caraqueños, movidos
por la existencial necesidad de sobrevivencia y la ira que consume a millones y
millones de venezolanos, encendidos por la más justa de las causas: el derecho
a vivir, contra una dictadura, la más
hambreadora de la historia de América Latina, como recordaba recientemente una
Proclama de Voluntad Popular? ¿Se imaginan Maduro, Cabello, El Aissami y
Reverol, se lo imagina Vladimir Padrino, se lo imagina el Estado Mayor del ejército
venezolano, el gigantesco y enfurecido ejército de indignados que enfrentarían
si la vocación pacífica del liderazgo opositor y su capacidad de infundir
disciplina y respeto en sus multitudinarios seguidores no se hubieran impuesto
este 1 de septiembre? ¿Y no se impusieran a futuro?
¿Cuál es la distancia que
separa las manifestaciones de rechazo a Nicolás Maduro por parte de los
habitantes de Villa Rosa de acciones reprobables que mancharían para siempre el
historial de civilidad y decencia de la oposición venezolana? ¿Cuál es el
tiempo que resta para que se transite desde la iracundia verbal al golpe mortífero?
Muammar Gadaffi era un
tirano infinitamente más poderoso que Nicolás Maduro. Como también lo era Sadam
Hussein. Como lo era Milosevic y como lo fue Ceaucescu. Nicolás Maduro y sus
esbirros del CNE juegan con fuego. Confían en el aguante y la paciencia de un
pueblo que, a juzgar por la Toma de Caracas y Villa Rosa, está llegando a su
fin. Todavía es tiempo de evitar la tragedia. No hacerlo podría costarnos muy
caro.
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