martes, 16 de mayo de 2017

LA CRUENTA INUTILIDAD DEL SOCIALISMO


¿Bastará ese 85% de desencantados, indignados y mortales enemigos de la dictadura socialista venezolana como para desterrar de nuestra sociedad toda veleidad socializante y comprender, de una vez por todas, que el socialismo es la inevitable vía hacia la dictadura, el fracaso, la ruina y la devastación? ¿O ya habrá quienes aseguren que ni Castro, ni Allende, ni Chávez, ni Ortega, ni Correa, ni Evo Morales, ni Lula, ni Dilma, ni Nestor y Cristina Kirchner, ni Michelle Bachelet son o han sido socialistas, que tampoco lo eran Stalin, Mao, Ho Chi Mihn y Kim Il Sung, que el socialismo es puro y casto como una paloma y que hay que volver a insistir por la trillada senda del fracaso del socialismo devastador?

Antonio Sánchez García 



Twitter: @sangarccs

He vivido de primera mano dos revoluciones: la chilena de la Unidad Popular y la venezolana de Hugo Chávez. Fueron dos desastres. La de Cuba, bajo cuya influencia se desarrollaran las dos anteriores, ha sido posiblemente la más desastrosa. Ni Cuba, ni Venezuela ni Chile vivieron bajo los gobiernos impuestos por las mencionadas revoluciones una sola mejora en sus condiciones económicas y sociales. Fueron estruendosos fracasos. Y como si con la devastación económica provocada no hubiera bastado, terminaron recubiertas por un baño de sangre. Cual más cual menos, experimentos de ingeniería social que constituyeron terribles mutilaciones. Como todas las revoluciones socialistas del siglo XX, con la media excepción de China, que supo liberarse de la maldición del fracaso echando por la borda las pretensiones marxistas y asumiendo una vía de desarrollo subordinado a la economía de mercado: un capitalismo de Estado en el marco de una dictadura desarrollista implacable. Acomodada al mercantilismo de la globalización.

Detrás de esos fracasos manifiestos, crueles y sangrientos, que se han saldado con decenas y decenas de millones de cadáveres, generaciones amputadas y esperanzas muertas, cabe preguntarse por la razón de que el socialismo,culpable de los más estruendosos fracasos de ingeniería socioeconómica de la historia de la humanidad, continúe tan vigente como hace dos siglos. Que países que sufrieron sus indiscutibles fracasos y vivieron en carne propia el renacimiento de sus sociedades gracias a la implementación de políticas diametralmente alternativas, vuelvan a intentar repetir el vía crucis del fracaso, como movidas por un Sísifo idiota. Y que a pesar de tan abrumadoras pruebas en contrario, en lugar de seguir transitando la senda del éxito comprobado, quieran volver a probar de la amarga y letal medicina. 

Chile es un caso paradigmático. Basta comparar sus variables socioeconómicas con Cuba para concluir con una verdad indiscutible: hacia 1960 compartían en igualdad de condiciones todas dichas variables. Desde el volumen poblacional hasta el ingreso per capita. Hoy, después de medio siglo, se encuentran en las antípodas. Chile a la cabeza del desarrollo, Cuba a la rastra de Haití y Venezuela Lo que no impide que el socialismo chileno se niegue a reconocer los hechos e insista, de la mano del Partido Comunista y del Partido Socialista, principales responsables del brutal fracaso de la Unidad Popular, en buscar la presidencia de la república en una tragicómica repetición de los acontecimientos que desembocaron en el gobierno de la Unidad Popular, la grave crisis de gobernabilidad suscitada y la inevitable intervención de las fuerzas armadas. 

Lo mismo sucede en España. ¿Quién habría de hacer entrar en razón a quienes confían en Pablo Iglesias y creen que será capaz de elevar los niveles de desarrollo y consumo españoles? 

¿Bastará ese 85% de desencantados, indignados y mortales enemigos de la dictadura socialista venezolana como para desterrar de nuestra sociedad toda veleidad socializante y comprender, de una vez por todas, que el socialismo es la inevitable vía hacia la dictadura, el fracaso, la ruina y la devastación? ¿O ya habrá quienes aseguren que ni Castro, ni Allende, ni Chávez, ni Ortega, ni Correa, ni Evo Morales, ni Lula, ni Dilma, ni Nestor y Cristina Kirchner, ni Michelle Bachelet son o han sido socialistas, que tampoco lo eran Stalin, Mao, Ho Chi Mihn y Kim Il Sung, que el socialismo es puro y casto como una paloma y que hay que volver a insistir por la trillada senda del fracaso del socialismo devastador?

Lo dijo Einstein y hasta hoy no hay quien lo rebata: sólo el universo y la estupidez son infinitos.

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