A continuación la carta del Alcalde Antonio Ledezma dirigida al Ministro Padrino López
CARTA PRIVADA AL MINISTRO DE LA DEFENSA DE LA REPÚBLICA BOLIVIANA DE VENEZUELA, GENERAL VLADIMIR PADRINO LÓPEZ
Sr. General:
Le
escribo respetuosamente, consciente de su altísima responsabilidad en
estas horas dolorosas, trágicas y cruciales para la historia de nuestra
República. Me siento autorizado para ello en mi atributo de ciudadano
venezolano, en la actualidad Alcalde Metropolitano de la ciudad capital,
electo por casi ochocientos mil ciudadanos y político al servicio de
nuestra Patria, que ha ocupado algunos de los más altos cargos de
elección popular: He sido diputado en varias legislaturas, alcalde y
gobernador de la capital de la República, a la que he servido con honor y
sacrificios desde mi más temprana juventud. Y lo hago con esa
atribución política y moral ante quien detenta el indudable poder de las
armas y los ejércitos de la República y podría decidir sobre el destino
de nuestra Patria. Una responsabilidad que lo sitúa al frente de una
encrucijada definitoria para la historia de la República y sus treinta
millones de habitantes. Tenga presente que todos, tarde o temprano,
debemos dar cuenta ante la historia.
Soy,
como también lo es Usted, un servidor público, sin haber esperado de
tal servicio, que ha ocupado gran parte de mi vida, otra recompensa que
la paz, el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo, de cuyos humildes
orígenes provengo. Incluso dispuesto a aceptar los mayores sacrificios
que hayan podido derivarse de mi profundo amor y
respeto por nuestros compatriotas y el honor, el prestigio, el respeto y
la honra de la República. Fiel a los sagrados y altos predicamentos que
nos legaran nuestros padres fundadores, y muy en especial nuestro
Libertador Simón Bolívar, considerado, con razón, progenitor de nuestra
Patria.
También
como Usted, soy un padre de familia con esposa, hijos, hijas y nietos,
que constituyen mi mayor felicidad y mi más honda preocupación.
Constituyen la permanente referencia de la historia que somos y de un
futuro que debemos legarles como testimonio de nuestra devoción a
Venezuela. No me imagino mi vida ni la de ellos extirpados de nuestras
raíces. Tampoco quisiera imaginármelas aherrojadas por un régimen
dictatorial, incluso despótico y tiránico, servil a una nación
extranjera, cualquiera ella sea, violador de nuestros más sagrados
derechos humanos, indigno de valía en el concierto de las naciones,
despreciado por su vileza y carencia de dignidad y grandeza.
Venezolano
como usted, no soportaría vivir bajo un régimen que desconociera
nuestras tradiciones culturales, religiosas, civiles y militares. Que
hiciera escarnio de nuestra nacionalidad. La que ha sido durante más de
dos siglos nuestra única forma de existencia. Ser señalado por los
padres de nuestra Iglesia por haber incumplido mis obligaciones, haber
traicionado mis deberes, haber contribuido a mancillar el nombre de
Venezuela en el mundo. No aguantaría cargar con la imborrable vergüenza
de haber tolerado que mi Patria se hubiera sometido a dictados
extranjeros, a la sevicia de malos dignatarios, a la vergüenza universal
de haber permitido ser subyugada, expoliada y saqueada por facinerosos
al servicio de ideologías ajenas y contrarias a nuestra idiosincrasia,
forjada en las luchas de nuestros Padres Fundadores.
Como
usted y yo lo sabemos de nuestra formación intelectual y moral, la
historia es implacable. A pesar de las tragedias ocurridas a lo largo de
la historia de nuestra humanidad, que han costado tantos millones y
millones de víctimas debidas a guerras, conflagraciones, desastres,
revoluciones, desórdenes y motines, de los que también abunda nuestra
historia, siempre ha terminado por vencer el bien sobre el mal, la
justicia sobre la injusticia, la libertad por sobre la esclavitud, la
democracia sobre la dictadura. El siglo XX vivió las dos formas más
aterradoras de regímenes totalitarios: el comunismo y el nazi fascismo.
Hitler y Stalin creyeron que sus regímenes sobrevivirían por miles de
años. El de Hitler duró trece años y terminó en el estercolero del
terror y el Holocausto. El de Stalin a los setenta años de campos de
concentración y su brutal y sangriento despliegue policiaco, implosionó
como si no hubiera existido.
El
destino del hombre, lo demuestra la historia, es la libertad. La
esclavitud fue erradicada tras milenios de existencia. Y maravillosos
esfuerzos de humanitarismo y generosidad sin límites. La ambición, la
impiedad, la crueldad y la incuria de sus malos hijos no basta para
extirpar de los espíritus la bondad, la generosidad, la grandeza por las
que sacrificara su vida el más grande de nuestros hermanos: Jesucristo.
Hitler, Stalin y todos los tiranos que en el mundo han sido se
encuentran hundidos en el fango del desprecio. Sus asesinatos, sus
crímenes e iniquidades se impusieron en la memoria de los hombres por
encima de sus logros.
Jamás
hubiera creído que Venezuela, dotada por Dios de tantas y tan
abundantes riquezas, podría llegar a la crisis humanitaria en que se
encuentra. Que violando y desconociendo la sagrada palabra de nuestro
Libertador, las armas de la república podrían ser usadas no para
defender la soberanía y la honra de nuestra Patria ante invasores
extranjeros, sino para asesinar a sus propios hijos, en insólita
obediencia a esos mismos invasores. Un quid pro quo que nos pesará a los
contemporáneos por los siglos de los siglos. Pues la historia, como
acabo de recordarlo, es implacable. Y los crímenes de Lesa Humanidad son
demasiado poderosos como para pretender ocultarlos a la conciencia de
quienes nos sobrevendrán.
Es
por ello, Sr. General y Ministro de la Defensa, que me permito
recordarle, sabiéndolo el mayor responsable ante la historia de las
acciones u omisiones que pudieran cometer las fuerzas uniformadas bajo
sus órdenes, nuestras mutuas y recíprocas obligaciones en bien de
nuestra bien amada, sufrida, ultrajada y escarnecida Patria. Le confieso
que me satisfizo leer sus
declaraciones en las que, ante el planteamiento de convocar una
Asamblea Constituyente desde el Poder Ejecutivo, Ud. asegura que “solo
un proceso “universal, directo, secreto, y libre”, tiene “el respaldo
indiscutible”. Porque también coincido con Ud. en que “Amar, respetar, y
defender la Constitución, esa es una tarea indefectible de la FANB”. Y
hay ante los ojos de todos hechos ciertos que indican que se está
rompiendo el hilo constitucional, tal como lo ve el pueblo que protesta
en las calles reclamando acatamiento a su voluntad soberana expresada el
pasado 6 de diciembre de 2015 y ahora indignada alza su voz defendiendo
la soberanía de la Asamblea Nacional que integro eligiendo con sus
votos los diputados que son mancillados. Así lo ha visto la Fiscal
General de la Republica, Dra. Luisa Ortega Díaz, así lo ven desde la
O.E.A, desde la O.N.U y también desde los parlamentos del mundo.
Reciba
mi mayor disposición a colaborar por el bien de nuestros compatriotas.
Siempre he tenido una relación respetuosa con sus compañeros de armas,
las tuve en mi condición de parlamentario, gobernador, alcalde y también
en mi situación de prisionero político en la Cárcel Militar de Ramo
Verde.
Y
volviendo a esgrimir el sagrado nombre de nuestros padres fundadores
hagamos cuanto esté a nuestro alcance por salvar a nuestra República.
Por devolverles a nuestros compatriotas el derecho a la paz, la unidad,
el bienestar y la felicidad de sus hijos. Y recibir el mayor don al que
puede aspirar un servidor público: el agradecimiento desinteresado y
honesto de sus ciudadanos.
Con honda preocupación; se despide de Ud.;
Antonio Ledezma
Alcalde Metropolitano
Preso Político
Caracas, Mayo 2017.
Alcalde Metropolitano
Preso Político
Caracas, Mayo 2017.
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