LA UNIDAD Y LA MUD: ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Estamos
ante la imperiosa necesidad de redefinir lo que entendemos por Unidad:
si un chantaje emotivo que nos induce a aceptar lo inaceptable, en
connivencia con la dictadura, y así castrar las aspiraciones
libertarias de nuestro pueblo arrastrándonos a una Sexta República. O un
frente de combate para sacudirnos el yugo del castrocomunismo y abrir
los portones de Venezuela a las anchas avenidas del futuro. Es la
disyuntiva que todos enfrentamos.
To be or not to be. That ist the question.
Antonio Sánchez García
@sangarccs
El estruendoso fracaso del último diálogo – una vez más – ha venido a
poner dramáticamente de manifiesto las graves y aparentemente
insuperables limitaciones estratégicas de la MUD y los partidos que la
controlan: AD, PJ, UNT y la agrupación larense de Henry Falcón. Sirven
al fin de coordinar sus pretensiones electorales, pero no sirven a la
histórica necesidad del pueblo venezolano por liberarse de las cadenas
de la dictadura, superar los impases estructurales del estatismo
rentista e impedir que avance y se consolide en un sistema de dominación
totalitario, semejante a los dominantes en las dictaduras del bloque
soviético durante las décadas de Guerra Fría: sedicentes democracias populares con
la bendición de algunos partidos clericales y de centro, disminuidos
hasta la caricatura y tolerados como “compañeros de ruta” del comunismo,
así como la iglesia protestante y/o católica consentidas mientras no
intervinieran en los asuntos públicos.
Desde luego que Henry Ramos, Julio Borges, Manuel Rosales, Henry Falcón
y sus cogollos partidistas saben perfectamente que los diálogos – todos
ellos, del primero al por ahora último - son absolutamente
inconducentes y no tendrán otro efecto que frenar las luchas populares,
incentivadas por los partidos verdaderamente contestatarios y
definitivamente anti sistema. Lo grave es que ese objetivo los unifica a
ellos estratégicamente con las pretensiones del régimen: superar los
graves impasses que suponen podría provocar una exitosa rebelión popular
y un reordenamiento profundo y radical del Estado venezolano surgido de
una transición que apuntara a construir una nueva Venezuela – libre de
las taras del populismo clientelar y estatista de los que todos dichos
partidos están trasminados hasta la médula de sus huesos y de las que,
por lo mismo, estuvieron excluidos -, orientada hacia el futuro y no
hacia la reconstrucción del pasado, aparentemente superado en el falso
hegelianismo de una Sexta República.
Abundan las pruebas concluyentes de que para dichos partidos, miembros
del llamado G3, la alternativa no es dictadura o democracia sino votos o
balas. Como lo expresara Edgar Zambrano, segundo de a bordo del staff
de Henry Ramos, en enero del 2014. Comprometiéndose – vaya coincidencia –
a obtener pacíficamente la liberación de todos nuestros presos
políticos y preparándoles así, - ¡hace tres años y sin ningún resultado
concreto! – el terreno a Nicolás Maduro, a Timoteo Zambrano y a
Rodríguez Zapatero. Por tanto, y puesto que los votos han demostrado su
absoluta ineficacia definitoria - ¿o alguien cree que el 6 D marcó el
fin de la dictadura y no el comienzo del totalitarismo? – no cabe otra
alternativa que someterse a las balas. Ergo: a dialogar. Esto es: a
frenar los ímpetus liberadores de nuestra sociedad civil, a encarcelar a
los dirigentes de los partidos que hace mucho tiempo comprendieron que
una dictadura marxista sólo cae bajo la inclemente, tenaz e
intransigente movilización popular y a sepultar el malhadado Referéndum
Revocatorio, con la buena pro de los compañeros de Henrique Capriles,
que lo convirtiera en sangre de su sangre. ¿Entonces?
De modo que el escenario a futuro para la MUD no es otro que pasar bajo
las horcas caudinas de Maduro y el PSUV, los generales de Raúl Castro y
los enviados de Jorge Bergoglio, aunque puede que esta vez sin la buena
pro del Departamento de Estado, en manos de los republicanos de Trump.
Insistir en participar en elecciones estériles y seguir montando el
perverso acomodo con la tiranía: gobernadores y alcaldes dizque
opositores en manos del ejecutivo castrocomunista, los jueces del
horror, una asamblea castrada y unas fuerzas armadas podridas hasta la
extenuación. O asumir el fracaso y tratar de remediarlo mediante un
cambio copernicano de su política conciliatoria con el régimen.
Ante ese panorama trágico de dar por perdida nuestra República y pasar a
engrosar la lista de naciones al garete – que la economía no perdona y
ya se habla de una inflación récord mundial del 4000% y el dólar galopa
hacia los 5.000 bolívares - los partidos como Voluntad Popular, Vente
Venezuela, ABP y todos aquellos que forman parte de la llamada Unidad
Opositora tendrán que asumir los hechos: o se unen, articulan un
agresivo y realizable programa de transición, nombran y respaldan a una
Junta Democrática de Gobierno que sirva de contrapropuesta a la satrapía
reinante y sea el vocero de la denuncia de las iniquidades de la
dictadura a nivel nacional e internacional, se nieguen a acompañar las
trapisondas y se pongan al frente de un implacable acoso militante y
activo contra el régimen, arrastrando a los desconcertados
administradores de la MUD, que o volverán a ventear la falsa salida del
diálogo o deberán solicitarle a Bergoglio su papal extremaunción. O este
partido habrá llegado a su fin.
Si el régimen pudo evitar su caída y darle un golpe mortal al RR,
salvando a Maduro y a la dictadura – que no son diferenciables - fue
porque confió en que las apetencias y mezquinas ambiciones de los
jóvenes y viejos cuadros de todos los partidos sueñan con detentar los
cargos en lisa para las próximas elecciones regionales, próxima piñata
castrista. Así dichos cargos, obtenidos gracias a la mayoría ciudadana y
a la desesperación e indignación de la ciudadanía, engañada con falsas
ilusiones, no sirvan absolutamente de nada más que para satisfacer las
ansias de figuración de quienes usaron el sufrimiento popular poniéndolo
a su servicio. Mientras el régimen cuente con el ejecutivo, la justicia
y las fuerzas armadas, su aplastante aparato mediático y el malandraje
de los colectivos, todo cargo en manos opositoras es paja. Como la
Asamblea Nacional. Sólo sirve para decorar una dictadura implacable, que
no se irá jamás. Antes se morirá Maduro, como su padrastro Fidel
Castro, de viejo.
Estamos ante la imperiosa necesidad de redefinir lo que entendemos por
Unidad: si un chantaje emotivo que nos induce a aceptar lo inaceptable,
en connivencia con la dictadura, y así castrar las aspiraciones
libertarias de nuestro pueblo arrastrándonos a una Sexta República. O un
frente de combate para sacudirnos el yugo del castrocomunismo y abrir
los portones de Venezuela a las anchas avenidas del futuro. Es la
disyuntiva que todos enfrentamos.
To be or not to be. That is the question.
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