EL FUJIMORAZO DE CHUO Y LA PROFECIA AUTOCUMPLIDA
Bolívar
jamás denunció las tropelías monárquicas que cometería la Corona: las
combatió a su tiempo, espada en mano, con la guerra a muerte. Era un
hombre.
Antonio Sánchez García
Twitter: @sangarccs
Le
di mi respaldo pensando que era el más veterano de nuestros
parlamentarios – un vetusto sobreviviente de la democracia liberal, se
había criado entre tiburones y sabría pescar en las pantanosas y
traicioneras aguas del poder de esta extraña dictadura. Confieso mi
error. Era el más veterano, pero no el más diablo. Que según la conseja
es más sabio por viejo que por diablo. De todas sus ejecutorias, la más
resonante fue la más inútil: sacar ese bolívar esperpéntico parido por
la estética de la zarrapastra chavofascista del hemiciclo. Todo lo demás
ha sido un preparado jubiloso de agua de borrajas. Con un saldo
nefasto: el denuncismo ante festum. Denunciar las tragedias de que
seremos inevitablemente víctimas. Sin que la prevención nos haya curado
de los males ya existentes. De los que en rigor, esta asamblea no se ha
ocupado como esperamos lo hiciera los millones de electores que la
elegimos.
Me
explico: las declaraciones más rimbombantes del presidente de la
asamblea han sido acusaciones de descalabros, iniquidades y crímenes que
“cometería” Nicolás Maduro. En un futuro inmediato. Anticipando la
irrefrenable catástrofe que nos esperaba a la vuelta de la esquina. Sin
una sola respuesta adecuada como para hacerle frente e impedirla,
respondiendo con actos en tiempo presente, que obras son amores, no
buenas razones. De esa guisa, hemos asistido a una guerra de
mentirijillas, intercambiando groserías en que han sacado a relucir a
sus respectivas madres, sin que a uno ni a otro les haya caído una sola
gota del cielo. Con un irrespeto a la majestad de sus cargos que sólo ha
servido a la entronización de la dictadura. Pues mientras más se
sacaban la madre, más dialogaban. ¿Entonces?
Así,
los partidos del establecimiento que dominan la asamblea o disfrutan
unos de las iniquidades de su régimen o se dedican otros a cantar
profecías. En un extraño concordato. El pueblo puede cantar misa. La
última profecía que espera pacientemente por su cumplimiento se debe a
la creación de Chuo Torrealba, quien, desconociendo que la dictadura de
Fujimori fue un juego de niños comparada con el horror
chavocastromadurista esgrime el espantajo de “un fujimorazo”, vale
decir: el cierre de la asamblea como un hecho inminente. Haciéndole eco
al mismo presidente y a otros connotados miembros de la asamblea, como
Juan Carlos Caldera, de la bancada de Primero Justicia. Los imagino
esperando que la profecía se cumpla, para salir a demostrar urbe et orbi
sus poderes mediúmnicos: “¡ya lo dije yo!”
Se
ha establecido así una siniestra simbiosis entre amenazas y
denunciantes, habituando a las víctimas a soportar las tropelías,
atropellos y desafueros del dictador y su dictadura, pues no fueron
sorprendidos en su buena fe. Con un nefasto precedente: dialogar con el
victimario, estrecharle la mano al asesino, abrazar al narcotraficante.
Inclinarse ante el ladrón. Creyendo que con el acallado estrépito de las
denuncias cumplen con sus obligaciones opositoras y con el diálogo
demuestran su talante conciliador. Por fortuna, y esperemos que sirva de
precedente inolvidable, Arturo Sosa SJ acaba de venir del Vaticano a
comprobar in situ el horror madurista, el espanto castrista, el pantano
comunista. Se ha enterado en vivo y en directo de los sufrimientos
inenarrables de nuestros pobres, arrastrados a la miseria, hurgando
basura para comer cuando menos restos, mientras quienes aún tienen, sin
el menor gesto de solidaridad, abarrotan los centros comerciales para
vivir la navidad de los mercachifles y fariseos. Da asco.
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